lunes, 20 de agosto de 2007

Velocidad máxima



Por motivos que no vienen al caso, he conducido en los últimos días mucho más de lo que suelo. Y he constatado lo mucho que le gusta a la mayoría de los conductores circular a una velocidad que supera a la máxima obligatoria. He estado transitando a cien kilómetros por hora en carreteras nacionales en las que las señales indican que no se debe circular a más de cien y a noventa en carreteras comarcales en las que no se deben sobrepasar los noventa, y salvo una honrosa excepción, todos los coches me adelantaban en un pispás y yo los perdía de vista en menos que canta un gallo. También he podido comprobar como la mayoría de los amigos y conocidos con los que he viajado últimamente en coche hablan sin mayor reparo por sus teléfonos móviles. Y algunos de ellos siguen bebiendo antes de conducir.


Hace no mucho, un periódico de tirada nacional publicó una carta en la que un lector pedía que se elevara la velocidad máxima permitida en España por el simple hecho de que la mayoría de los conductores incumplían esta norma. Ni que decir tiene que estoy en absoluto desacuerdo con este buen señor. Todo lo contrario: no sólo debería haber campañas educativas al respecto, sino medidas punitivas más firmes y exhaustivas. ¿No será más bien que el incumplimiento sistemático de unas normas -lejos de obligar a su supresión- es una de las razones del alto índice de accidentes de tráfico en nuestro país?