martes, 10 de febrero de 2009

Los acuerdos de Bolonia y la formación en valores

Cuando fue promulgada la LOGSE, muchos profesores vaticinamos el desastre que se avecinaría en la enseñanza secundaria. A pesar de la percepción negativa de buena parte de la sociedad, refrendada por los malos resultados de los alumnos españoles en el informe PISA, Zapatero no sólo no rectificó (pues la LOE es casi un mero calco de la LOGSE), sino que él y los demás presidentes de gobierno de los países europeos van a extender el destrozo educativo a la Universidad con la firma de los acuerdos de Bolonia. Según estos acuerdos, se va a unificar la estructura de todos los estudios universitarias en los países firmantes, con la implantación de carreras de cuatro años en las que el primer curso consiste en una especie de enseñanzas comunes, el cuarto en prácticas no remuneradas y tan sólo el segundo y el tercero constan de materias específicas de cada carrera. El resto de la formación quedaría en manos de unos másteres mucho más caros que las actuales matrículas de la universidad pública, aunque los gobiernos insisten en que éstos no son necesarios para poder trabajar. Por otra parte, las citadas prácticas van a suponer unos acuerdos con empresas privadas que irán en detrimento de las carreras -como las de letras- cuyas salidas no son el trabajo en tales empresas.

Al igual que sucedió con la secundaria, la reacción en contra de los acuerdos boloñeses por parte de profesores y alumnos universitarios ha sido fuerte, aunque no les faltan defensores, como el neumólogo y profesor de Medicina Pere Casan, que en una carta a El País (14/01/09) pide que “partamos de cero y hagamos el cesto con los mejores mimbres. Que los profesores sepan leer, escribir, hablar, disciplinarse, trabajar cerca de los alumnos, ser creativos, humanistas, conozcan otras lenguas y otros países y, fundamentalmente, transmitan valores”.

Señor Casan: si algún día tengo que ponerme en manos de algún antiguo alumno suyo, me conformo con que usted le haya transmitido, fundamentalmente, conocimientos de medicina. Respecto a los valores, me doy por satisfecho con los que hayan podido inculcarle sus padres.

1 comentario:

ANTONIO SEBASTIÁN dijo...

Totalmente de acuerdo, el despropósito y el sinsentido acosan irremisible al sentido común.
Bueno siempre queda eso de:
"Ya vendrán tiempos mejores"
Pero ¿los veremos nosotros?
Que los disfruten aquellos a los que le lleguen esos tiempos mejores.
Saludos
ANTONIO